Ensayo

Noyola sin Noyola. Por Víctor Manuel Mendiola

 

Este artículo fue publicado originalmente en el diario Milenio el día 25 de diciembre del año 2000 y se puede consultar en el siguiente enlace de dicha fuente.

https://www.milenio.com/cultura/laberinto/vaquero-del-mediodia-noyola-sin-noyola

 

 

Ahora, por autorización del autor lo compartimos para la Revista Literaria Taller Igitur

 

 

 

Noyola sin Noyola

 

 

Víctor Manuel Mendiola

 

 

Para un grupo pequeño, pero original, de poetas mexicanos, nacidos entre 1940 y 1965, no fue un obstáculo la presencia de Octavio Paz. En México no había —no hay— un temor de Paz, como en Argentina probablemente sí hubo —sí hay— un temor de Borges, según la expresión humorística de José María Espinasa. El autor de Piedra de Sol propiciaba la comprensión de la importancia de la poesía en el mundo contemporáneo —ninguna por su falta de valor económico y, a la vez, la más alta por su peso espiritual—. La acción poética en su pensamiento exigía la conciencia de que la modernidad estética entrañaba la asunción crítica (confrontación entre sentir y saber) de todo acto creativo. En estas condiciones, Paz discutió con los jóvenes, pero no los negó ni los ignoró y a muchos los impulsó. Entre los más jóvenes de hace más de treinta años destacaban Aurelio Asiain, Luis Ignacio Helguera y, el mucho mejor conocido hoy, Samuel Noyola.

El poeta regiomontano, que no sólo estaba orgulloso de sus maneras norteñas sino que las exhibía con desplantes sarcásticos e infantiles, fue aceptado muy rápidamente en las actividades literarias del ambiente intelectual de Ciudad de México. Entre otras destacan su participación en el Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de México (1987), al lado de poetas de gran relieve internacional y organizado por Homero Aridjis; la edición en Editorial Vuelta de Tequila con calavera (1993); la reedición del mismo libro en Ediciones La Centena (2004), difundido a nivel nacional; y la traducción del libro The Very Short Stories (1995) del poeta brasileño Horacio Costa. Más tarde, colaboró en Letras Libres y, un año o dos antes de su desaparición, fue incluida una selección de sus poemas en la antología Tigre la sed (2006), publicada por la editorial española Hiperión. Samuel Noyola nunca fue propiamente rechazado. Los escritores inteligentes reconocían su talento y singularidad. Sin embargo, conforme caía en la adicción y su lado “salvaje” violentaba a sus compañeros y amigos, inició un proceso de aislamiento y vida vagabunda. Todos trataron de ayudarlo. Su familia nunca le cerró las puertas. Sus amigos lo auxiliaron. Y un abogado prominente, Gonzalo Aguilar Zínser, lo sacó de la cárcel. Prisionero de la vida sonámbula quiso cambiar, pero no lo logró. Como todo poeta disfrutaba el juego. La poesía era un juego. La bebida también. Pero no supo comprender que había otras diversiones y que los poetas crean actos, nuevos o viejos, para sobrevivir. Vaquero del mediodía es una narración con momentos apreciables por la capacidad de mostrar instantes únicos y extraños de la vida atroz de la ciudad. Sin embargo, el film como retrato de Samuel Noyola es fingido y no dice la verdad. La existencia de Samuel (su peregrinaje y sus errores) no era contestataria. Era el hueco que todos llevamos dentro y que él no pudo colmar sino con alcohol. Tomar a la fuerza a los pobres teporochos, como testigos de su vida, es un flaco favor aprovechado.

 

 

 

 

Víctor Manuel Mendiola. Nació en la Ciudad de México en 1954. Ha publicado, entre otros, los libros de poesía: Vuelo 294 (1997, FCE); Papel revolución (2000, Ediciones sin Nombre); Tan Oro y Ogro (antología, 2003, UNAM); Tu mano, mi boca (2005, Editorial ALDUS); y Selected Poems (Shearsman Books 2008). Los ensayos: Xavier Villaurrutia: la comedia de la admiración (2006, FCE); El surrealismo de Piedra de Sol, entre peras y manzanas (2011, FCE); y “El ángel que acompañó a Tobías” (ensayo histórico literario sobre “La suave Patria” de Ramón López Velarde) en La suave Patria de Ramón López Velarde (2013, Ediciones el Tucán de Virginia). Fue becario del Centro Mexicano de Escritores bajo la dirección de Salvador Elizondo y Juan Rulfo. Fue escritor residente en el Centro de Artes de Banff, Canada, 2001. Es editor de Ediciones El Tucán de Virginia. Ha sido becario del Sistema Nacional de Creadores. Obtuvo el Premio Latino de Literatura 2005 por el libro Tan oro y Ogro, que otorga el Instituto de Escritores Norteamericanos de New York. En el año 2010 obtuvo el Primer lugar en el Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz con la novela 4 para Lulú, reeditada por Alfaguara en 2012. Actualmente escribe la columna “Poesía en Segundos” del suplemento Laberinto del periódico Milenio.

 

 

 

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