Ensayo

Medusario: Una aproximación a las poéticas brasileñas contemporáneas. Por Ademir Assunção, Ricardo Corona y Rodrigo Garcia Lopes. Traducción de Heriberto Yépez

 

 

 

 

 

Tomado de la revista de poesía brasileña Medusa, núm. 10, 2000 y que Alforja. Revista de Poesía repoduce en el número XV, Invierno 2000-2001, pp. 32-39.

 

 

 

 

Medusario: Una aproximación a las poéticas brasileñas contemporáneas

 

Ademir Assunção, Ricardo Corona y Rodrigo Garcia Lopes

 

 

Traducción Heriberto Yépez

 

 

 

Estamos en el dominio de la inmadurez emotiva tanto como en la inmadurez literaria.

 

Wilson Martins, en O Globo, 22 de mayo de 1999.

 

Hoy, reina la nada. Los poetas brasileños no hablan con nadie y

parecen resignados a eso. Se contentan con ser un mero “cúmulo

de material rico en su tratamiento del verso, a imagen y la palabra,

mas arrojado desordenadamente en un cesto”. La frase es de Joao Cabral.

Pertenece a un ensayo de 1954, pero describe

a la perfección el escenario actual de la poesía brasileña.

 

Carlos Graieb, en Vieja, 20 de octubre de 1999.

 

 

Después de Joao Cabral de Melo no ha surgido

ningún poeta considerable, existen solamente poetas menores,

inexpresivos. Nada más despreciable que un poeta menor,

¿no es así? Este tipo es simplemente execrable, y al que una sociedad

necesita desterrar sin piedad. No surge nada bueno, creo

que estamos fuera del periodo de cosecha literaria.

 

Joel Silveira, en Brasilia em Dia, marzo del 2000.

 

 

 

1.- Una situación crítica

 

La crítica literaria brasileña nunca había sido tan conservadora como en los últimos años. Con verdadero pavor de leer los signos del presente, la mayoría prefiere voltear convulsivamente al pasado (hacer el más serio, profundo e innovador estudio sobre… ¡Machado de Assis!). Esto no sería tan trágico si a eso correspondiese una mínima curiosidad en relación con los autores que están produciendo textos instigantes bajo nuestras raíces. Pero si creadores tan seminales como Pedro Xisto, José Agrippino de Paula, Valéncio Xavier, Campos de Carvalho, Orides Fontela, Paulo Leminski, Sebastiao Nunes, Roberto Piva ou Glauco Mattoso todavía no han sido estudiados o leídos seriamente, ¿qué podríamos esperar en relación con las nuevas generaciones?, ¿que lleven el hilo de Ariadna en la frente?

En el año 1500 de la llegada de (Pedro Álvares) Cabral y aun año de la patria de (Joao) Cabral, la producción literaria brasileña más reciente continúa siendo el blanco preferido tanto de los críticos abiertamente tradicionalistas como de aquellos más “pendientes”. La verdad es que la poesía acabó tornándose en una víctima de la crítica que envejece y que ya no parece tener más parámetros para juzgar —“con ojos libres”, como insinúa Oswald— la complejidad del contexto en que vivimos y para incorporar esas poéticas actuales.

Ese desinterés para percibir lo contemporáneo es uno de los factores responsables de la falsa impresión de que no acontece nada en la literatura brasileña. Pero no es el único. Hay por lo menos otros dos, cada vez más nítidos: 1) La acción de algunos grupos que manipulan la historia cultural de modo que todo acabe en ellos —-dejando la impresión de que nada (o casi nada) acontece después de ellos, y 2) el silencio que imperó e impera en las secciones culturales de la prensa (casi siempre dominadas por pequeñas grupos familiares y de “colegas de facultad”), un tipo de actitud que, de hecho, no es exclusiva de Brasil, pero que acaba siendo una censura mimetizada, como la define el sociólogo francés Pierre Bourdieu: “Existe una especie de censura por el silencio. Los periodistas se convierten en una tela o filtro entre toda acción intelectual y el público” (Livre-Troca: Diálogo entre ciencia e arte, Rio de Janeiro, Ed. Bertrand Brasil, 1994, p. 36). Esta práctica de “cortina de humo”, curiosamente, parece haber sido internalizada por una gran parte de los propios poetas. Con miedo de cerrar aún más caminos ya cerradísimos, muchos evitan hacer críticas abiertas o tomas posiciones, siempre a la espera de una oportunidad de hacerlo en “bola”.

Es claro que no son los críticos los que agitan el panorama literario y cultural de una época. Son, principalmente, los propios creadores a fuerzas de sus obras. Sin embargo, la crítica universitaria y el periodismo cultural pueden retardar el surgimiento de nuevas vetas subterráneas que desde hace mucho corren (más o menos) silenciosamente, hasta que ya no se pueden mantener las aguas apresadas y por su propia fuerza rompen el dique y salen a la superficie. Esto es lo que está sucediendo en estos años de fin de siglo (milenio) y comienzo de otro.

Esta descomprensión se debe, en parte, a la aparición de una gran diversidad de antologías, revistas y sites culturales y literarios en los últimos años. Repentinamente, pasa a relucir lo obvio: la producción cultural nunca para, pero no había canales para que corriera por ahí. Bastaría que surgieran esos canales para que aparecieran excelentes poetas, algunos inclusive que ya han publicado desde hace un buen tiempo. Pero el lugar común del discurso sobre la literatura contemporánea insiste en trasmitir la falsa idea de que toda la densidad cultural pertenece al pasado y que a las nuevas generaciones les toca un pálido y conformista papel como alienados. Este tipo de pensamiento está muy claramente presente en varias declaraciones de los críticos y en los propios creadores, como el escritor y director de redacción de Vogue, Ignácio de Loyola Brandao, en entrevista con la revista Cult de enero del 2000: “¿Cuál literatura brasileña? ¿Cuál nueva literatura? ¿Dónde están las jóvenes revelaciones? No las veo… lo que hallo es que los nuevos autores no están queriendo cambiar nada.”

Pero antes de dar vuelta de hoja (quizá definitivamente), por qué no pensamos a quién y a qué sirve esa falsa impresión de vacío, de conformismo, de alienación.

¿El desdén por la producción poética y literaria —especialmente por los autores más críticos y anticonformistas— no tendrá parentesco con el vacío típico de estos tiempos de manipulación masificante, de dictadura económica, más allá del supuesto del “fin de las ideologías” e incluso de la historia? ¿Esta insistencia en que nada está aconteciendo no será semejante al discurso de poder para ocultar las diferencias y divergencias? ¿Cuántos talentos son secuestrados, desmaterializados, “desaparecidos”, con tal de mantener una supuesta hegemonía de las formas poéticas? La incapacidad de leer el texto/ contexto contemporáneo aparece junto con la estrategia de recurrir a la facilidad de rótulos, reduciendo un grupo a “beat”, otro a “posconcreto”, otro a “neobarroco”, evitando así cualquier profundización de debate. Algunos críticos y poetas-críticos parecen incluso odiar el hecho de que la poesía continúe existiendo, no sólo como arte del lenguaje —un lenguaje en efecto de artificio—, sino como un pasaporte para experiencias vitales y viscerales del ser humano.

El poeta, crítico y traductor Antonio Risério identifica el fenómeno cuando escribe: “… no tenemos hoy una crítica textual que se disponga a examinar cuestiones culturales. En vez de una densidad histórica de abarcamiento contextual en la espesura ensayística, lo que nos sirve, en la bandeja de la prensa, son flores falsas, brotes de descaro sibilino, traídas al pasillo en que el “poder literario” y en el que personajes poco o nada relevantes se refuerzan para ejercer mini-mandarinatos culturalmente irrelevantes” (en Mais! De Folha de S. Paulo, 28 de abril de 1996).

 

 

2.- Más allá del mainstream

 

Dieta del critico brasileño

 

Movimientos consagrados

autores canonizados

tendencias definidas

y casos cerrados

 

Paulo Leminski

Envie meu dicionário

Rio de Janeiro, Ed. 34, 1999, p. 187

 

 

Un vicio heredado por la crítica y por los poetas (inclusive los más “renovadores”) es discutir la literatura como si fuese una secuencia previsible (y lineal) de personalidades y poéticas, dejando de lado cualquier cuerpo extraño que no se adapte integralmente al conjunto de normas que sustentan esta jerarquía. ¿No será precisamente esta actitud la que canoniza a poetas como Drummond y Bandeira, mientras reserva un lugar “menor” para, por ejemplo, Augusto dos Anjos, Mário Quintana, Murilo Mendes o Jorge de Lima?

Este es el pensamiento típico de los poetas-críticos como Bruno Toledano —representante de la faz más retrógrada de la poesía brasileña—, quien pide en un artículo (Bravo!, agosto de 1999), “archivar y olvidar” autores como Leminski y Ana Cristina Cesar y contentarnos con releer a los poetas de… “arcadismo mineiro al estilo de Condor Baiano”. El otoño a lo contemporáneo y la absoluta incapacidad para percibir lo que está allí en la esquina queda declarado con una mezcla de rabia y envidia en el tratamiento dado a Paulo Leminski en la misma materia. Uno de los poetas más instigantes de la poesía contemporánea brasileña es llamado “poeta chiste”, autor de “apenas dos o tres librejos de versos marchitos y jocosos, en una torpe gramática de cantina” (ídem, p. 45).

Por otro lado, los movimientos de ruptura corren el riesgo de vaciar sus actitudes más revolucionarias cuando pasan por un proceso de dogmatización. Para muchos asimiladores apresurados (algunos incluso oportunistas) de los movimientos vanguardistas de Brasil, la idea de una única “línea evolutiva” se convirtió en una especie de “verdad tropical”, que se acentuó con la canonización de nuestras últimas vanguardias, como la poesía concreta y el tropicalismo. Lo que sería una promesa de apertura para otras poéticas más afines con la contemporaneidad se transformó en un elenco restringido, que no da cuenta de la complejidad del proceso cultural.

Un reflejo de cómo el impulso canonizante sigue una lógica de “museo de cera” es que los criterios personales frecuentemente son lanzados como verdades incuestionables. Esto se observa, por ejemplo, en la aproximación del texto introductorio de la antología de poesía brasileña Nothing the Sun Could Not Explain (Sun & Moon, 1997), organizada por Michael Palmer, Régis Bonvicino y Nelson Asher, y lanzada en Estados Unidos. Sin menospreciar la importancia de esta antología para la divulgación internacional de la poesía brasileña, al lector estadounidense le son presentadas ideas un tanto esquemáticas sobre la “evolución” de la poesía brasileña desde el modernismo, culminando en afirmaciones exageradamente reductoras como: “Releer a los poetas que no se sumaron al mainstream es tan melancólico como un guardarropa pasado de moda” (p. 27). Exaltando la extraña tesis de que aquellos que no se sumaron a una supuesta corriente principal serían “inmateriales” y “melancólicamente” pasados de moda, los autores parten del prejuicio de que los poetas reunidos en esta antología —que abarca nombres de los últimos treinta años— “tienen en común un elenco de preocupaciones y procedimientos técnicos”, para concluir que todos compartieron, en mayor o menor medida, un “mainstream de una tradición aceptada” (ídem, p. 30). En otro pasaje surge la receta de una vanguardia paradójicamente conformista: “el éxito de los talentos individuales ha dependido de su adhesión a una lista mínima de propuestas modernistas” (loc. cit.).

Muy diferente es la visión de un notorio innovador como John Cage: “…No me parece que el papel de la vanguardia haya terminado: ésta siempre existirá de un modo u otro, aunque el uso de la palabra ‘vanguardia’ ya no se pueda entender como al entendíamos anteriormente ni sea aplicable hoy… puesto que ésta implica la idea de que existe una corriente principal, un mainstream. Pero el mainstream ya no existe más. Prefiero adoptar la imagen de un delta del río: actualmente el río se divide, ya no sabemos cuál es la corriente principal. Lo que veo es una multiplicidad de direcciones siendo tomadas” (Vozes e visóes: Panorama de arte e cultura norte-americanas hoje, 1996).

La idea del modernismo y la poesía brasileña contemporánea profesada por los autores del texto introductorio remite, irónicamente, a un mito de la Generación del 45: T. S. Eliot. En su ensayo “La tradición y el talento individual” (¡1919!). Eliot argumenta que si el poeta joven quiere sobrevivir y ser reconocido, requiere conformarse y obedecer ciertas hipótesis tradicionales. El modelo literario de “selección natural” limita las posibilidades de existencia de proyectos poéticos revolucionarios o “desordenados”, además de excluir y desmaterialziar a poetas importantes que permanecieron al margen del stablishment literario. ¿Cuánta diversidad y rebelión es posible cuando se obliga a seguir un elenco de normas?

Es curioso que aproximaciones como éstas acaben, desembocando en un Nuevo Formalismo, tan presente en parte de la poesía brasileña actual, tanto del lado de los tradicionalistas históricos (como un Alexi Bueno o un Bruno Tolentino) como del de los supuestos innovadores, pues ambos grupos acaban defendiendo una visión “enyesada” del pasado, reduciendo la poesía a un mero campeonato de técnica.

Si en Estados Unidos existen antologías como las de Jerome Rothenberg, cuya amplitud de visión incluye poéticas abarcadoras y radicales (que van desde los mitos navajos hasta el blues, de la poesía concreta hasta Burroughs), en Brasil todavía estamos atrincherados a ideas reduccionistas de lo que es “poesía”, tanto como a una visión contaminada de técnica. Lo que escribe el poeta y crítico Charles Bernstein encaja perfectamente en el estado actual de la discusión entre nosotros: “Es particularmente divertido que los que protestan más fuertemente contra lo fraudulento y la aridez de la poesía contemporánea que insiste en ser contemporánea, disidente, diferente; y los que en contraparte profesan la primacía de la voz individual, ventilada por una inspiración vaga, producen obras en gran parte indistinguibles de decenas de sus pares y, además, tienden a reconocer sólo el valor de la poesía que encaja dentro del horizonte estricto de sus temas y estilos particulares. Como si la poesía fuese un artificio que poseyera un modo adecuado o equivocado de ser cierto: en este caso, yo prefiero el modo torcido —cualquier cosa preferible a la epifanía de una medida previsible—, pues por lo menos las grietas, fallas y contradicciones muestran señales de vida” (A Poetics, Cambridge, 1998).

 

 

3.- Vitalidad y diversidad

 

No estoy al margen de una historia. Estoy en el centro de otra.

 

Vitor Ramil, en Medusa, núm. 7, 1999.

 

 

Contra las corrientes apocalípticas excluyentes todo indica lo contrario: en los últimos años surgirán revistas, antologías y sites revelando a poetas sintonizados con nuestros tiempos e investigaciones poéticas que apuntan hacia un futuro instigante. Con perfiles diferentes esas revistas (O Carioca, Azougue, Cult, Caracol Viola, Monturo, Inferno, Inimigo Rumor, Orobó, A. Cigarra, Pulsar, Medusa, entre otras) van desempeñando su papel de catalizadoras de esa nueva producción textual brasileña y, poco a poco, van configurando nuevos espacios, nuevas geografías literarias. Las antologías (Nothing  the Sun Could Not Explain, Outras praias, Esses poetas) cumplen el papel de señalar los huecos que tienen respecto a otras, cada una ofreciendo un panorama provisorio y necesario. Al mismo tiempo, esa joven poesía comienza a despertar el interés en otros países: algunas antologías están siendo organizadas en el norte y el sur del continente americano, como las que serán lanzadas en las revistas Rinoceronte Trece (Estado Unidos), Filling States (Canadá) y Tsé-Tsé (Argentina). La llegada del Internet, por otro lado, no sólo abrió nuevas posibilidades de experimentación, sino que también propició el acceso a información de la poesía producida en el planeta, así como mayor intercambio entre poetas y entre lectores y poetas. Sites brasileños como Pop Box, Tanto, Jornal de Poesia, Blocos, entre otros, no sólo poseen un alto índice de búsqueda sino que se han vuelto estratégicos para la divulgación de nuevos poetas.

Si resulta más difícil cartografiar la poesía brasileña hoy, tal vez sea porque las viejas polarizaciones no tienen mucho sentido en un paisaje cada vez más multifacético, fragmentado y saturado de información, que rebasa al limitado horizonte de nuestra crítica. Por otro lado, muchos poetas parecen todavía no haber tomado conciencia del complejo panorama en que vivimos: la gigantesca manipulación de información por medio de a publicidad y medios de comunicación masiva, las guerras étnicas y los conflictos armados trasmitidos en vivo vía satélite, el “nuevo” fascismo económico disfrazado de globalización, la biopiratería y los grandes desastres ecológicos, el sida, la frontera cada vez más confusa entre ficción y realidad, el consumismo desenfrenado en consonancia con el empobrecimiento espiritual, la clonación de seres vivos, los viajes espaciales, etc. Podría entenderse que tales asuntos no despiertan la curiosidad de muchos poetas brasileños actualmente. ¿Pero es posible que el mundo en que vivimos no afecte en nada al lenguaje de la poesía? ¿Cómo no considerar el contexto en que se mueven los poetas contemporáneos?

Atenta a este Zeitgeist, la crítica estadounidense Marjorie Perloff afirma en radical Artifice Writing Poetry in the Age of Media que en nuestro días es que casi imposible encarar el texto literario como algo que puede ser simplemente sacado de su contexto, como si un poema pudiese existir sin ser tocado por la cultura que lo produjo: “Hoy en día no existe ningún paisaje libre de la influencia de los bites sonoros y las computadoras, no hay cima de montaña o valle solitario fuera del alcance del teléfono celular y la minigrabadora. Cada vez más, entonces, la arena del poeta es el mundo electrónico” (UCP, 1991, P. xiii). Para, Perloff, la noción de poesía como algo “natural” y como expresión de un “yo lírico” está siendo cada vez más superada en obras que están interactuando, reflejando o respondiendo críticamente al nuevo ambiente en que vivimos, tanto en temas como en su propio lenguaje. En este contexto, la poesía y la prosa pasan a funcionar como una especie de sistema lingüístico alternativo. En un universo cada vez más saturado por la información, por el materialismo y por los modismos, ciertas aproximaciones poéticas se revelan como totalmente ingenuas e ineficaces. Por otro lado, surgen poetas interesados en explorar el poder que la poesía tiene como forma de conocimiento visionario, lo que aún tiene para afectar al mundo exterior en lugar de que la poesía sea meramente afectada por éste.

Ante este paisaje caótico de nuestros días, la idea de una única “línea evolutiva” parece incapaz de abarcar la multiplicidad de procedimientos poéticos y literarios existentes en la actualidad. De las investigaciones multimedia de Arnaldo Antunes y Eduardo Kac a la marginalidad urbana de Mário Bartolotto, del rescate de ritmos y mitos africanos por parte de Ricardo Aleixo y Antonio Risério al flujo cinematográfico de la prosa de André Sant’Anna, de la fusión de la materialidad de concretismo con el flujo transbordante del lenguaje (de inspiración neobarroca) en Josely Vianna Baptista y Claudio Daniel al pastiche y contaminación de formas fijas llevadas adelante por Glauco Mattoso y Paulo Henriques Britto; todo esto se expresa como necesarias posiciones críticas y creativas de las nuevas poéticas brasileñas.

 

 

 

 

Ademir Assunção (Araraquara, Brasil, 1961) es poeta, escritor y periodista brasileño. Ha publicado 14 libros de poesía, cuentos, novela y periodismo, entre ellos A Voz do Ventríloquo (Premio Jabuti 2013), Pig Brother (finalista del Premio Jabuti 2016), Ninguém na Praia Brava, Adorável Criatura Frankenstein, Zona Branca y Faróis no Caos. Tiene poemas y cuentos traducidos al inglés, español y alemán, publicados en Estados Unidos, Argentina, Perú, Venezuela y Alemania. Grabó los discos de poesía y música Viralatas de Córdoba y Rebelião na Zona Fantasma. Es letrista de música popular, ha grabado en conjunto con Itamar Assumpção, Edvaldo Santana, Madan y Ney Matogrosso. Ha sido periodista por más de tres décadas; trabajó en grandes periódicos y revistas de Brasil, como Folha de São Paulo, O Estado de São Paulo y Marie Claire. Es uno de los editores de la vanguadista y prestigiosa revista literaria Coyote. Vive en São Paulo. Visite su sitio: www.zonabranca.com.br Perfil de Facebook: https://www.facebook.com/ademir.assuncao

 

 

 

Ricardo Corona (Curitiba, Brasil, 1962). Na década de 80 residiu em São Paulo/SP, onde cursou comunicação na Febasp (1987). É autor de Cinemaginário, poemas (SP, ed. Iluminuras, 1999) e “A”, plaqueta de poemas e desenhos eróticos, em parceria com Said Assal (SP, ed. Arte Pau-Brasil, 1988). EM 2001, lançou o CD de poesia Ladrão de fogo (Medusa edições). Em 1998, organizou a antologia bilíngüe Outras praias – 13 poetas brasileiros emergentes / Other Shores – 13 Emerging Brazilian Poets (SP, ed. Iluminuras). Em 1997, em parceria com Eliana Borges, organizou as antologias Sopa de letras – poesias e desenhos infantis – volume I e Tirando de letra – poesias e desenhos infanto-juvenis – volume II (Curitiba, FCC). É autor da história infantil O sumiço do sol, com ilustrações de Eliana Borges (Curitiba, Arco-íris, 1993). Tem poemas publicados em revistas da Argentina, EUA, Colômbia e Cuba.

 

 

 

Rodrigo Garcia Lopes (Londrina, Brasil, 1965). É poeta, romancista e compositor. Também é tradutor, tendo vertido para o português obras de escritores como Sylvia Plath e Arthur Rimbaud. É autor, entre outros, de O enigma das ondas.

 

 

 

 

 

 

Heriberto Yépez (Tijuana, Baja California, 1974). Ensayista, novelista, poeta y traductor. Estudió Filosofía en la Universidad Autónoma de Baja California, en donde se ha desempeñado como profesor de teoría crítica en la Escuela de Artes y la de Humanidades. Traductor de Jerome Rothenberg. Ha colaborado en publicaciones mexicanas y estadounidenses como Alforja, Cross Cultural Poetics, El Ángel del Reforma, Generación, La Jornada Semanal, La Tempestad, Rattapallax, Replicante, Shark, Tripwire. Becario del FOECA-Baja California, como creador con trayectoria, 2002, y del FONCA, 2003-2004. Primer Lugar en el Concurso Regional de Poesía del Noroeste. Primer Lugar en el Concurso Literario del Noroeste de Ensayo. Primer Lugar en el Concurso Estatal de Ensayo 2000. Premio Nacional de Ensayo Abigael Bohórquez 2001. Premio Estatal de Periodismo Cultural 2004. Mención Honorífica en el Concurso Binacional Bilingüe de Poesía Pellicer-Fros/Frontera-Ford, de la Fundación Ford, 1998. Premio Nacional de Ensayo Literario Malcom Lowry 2009 por Sin ninguna palabra entre nosotros. Viajes, vestigios y visiones mexicanas de Jerome Rothenberg.