La mutilación amorosa en la poesía de Idea Vilariño, por Violeta Orozco

 

 

 

Violeta Orozco, poeta mexicana y doctorante en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Rutgers en Estados Unidos comparte una conferencia que dio sobre Idea Vilariño en la Kentucky Foreign Language Conference en 2018, en un panel de literatura del cono sur. Para esta revista ha preparado una selección de poemas de la obra de Vilario, que se puede acompañar con el ensayo de su autoría que publicamos

 

 

 

 

La mutilación amorosa en la poesía de Idea Vilariño

 

 

Violeta Orozco

 

 

“Contáme tu condena

decime tu fracaso

no ves la pena que me ha herido

y habláme simplemente

de aquél amor ausente

tras un retazo de olvido”.

La última curda

 

 

Si los poemas de Idea Vilariño fueran música, serían acaso una música cortante, abrupta, con una brusquedad rítmica que recuerda a la del tango, género que anuncia una ruptura sistémica y profunda que se refleja tanto en la melodía como en la letra de sus canciones. El profundo pesimismo de los tangos gardelianos y porteños se ve reflejado en el enfoque de la obra de la poeta uruguaya, quien formó parte de la que Ángel Rama denominó “Generación crítica” o “Generación del 45”, época de oro de la poesía uruguaya en donde se cultivó una actitud profundamente existencialista en la cual Vilariño se vio sumergida, y por la cual se vio arrastrada hasta el final de su intensa vida. Junto con Amanda Berenguer e Ida Vitale, Vilariño escribió una poesía profundamente femenina, e incursionó también en la lírica popular, en la escritura de canciones populares y militantes. Su amor y su conocimiento del tango se reflejó en sus poemas, que estaban cortados en el mismo metro. Su carácter hipersensible y escéptico la hacían una mujer solitaria y desengañada que en palabras de Elena Medel “escribía con el cuchillo…con la sangre que brota del cuchillo afilado, con la carne abierta del cuchillo afilado…poemas en torno a la muerte, a la soledad y al vacío, tejidos con el silencio y la palabra exacta, siempre en tensión con el amor y el deseo”.

La contención que se refleja en sus poemas, esa extrema sobriedad que antoja su poesía minimalista, refleja también la represión a la que ella estaba sujeta en su vida personal. Es cierto que esto lo supo trabajar de forma artística, pero el carácter disciplinario y controlador que tenía, como bien señala Leila Guerriero, se muestra también en la factura de sus poemas, que poseen un contenido muy compacto, poemas cargados de tensión e intensidad, que a la vez revelan una gran censura. Decir lo imprescindible es también una forma de callar. Esta actitud vital va a ser muy importante para su estética, que para Enzo Cárcano es la de una voz entrecortada que se puede recomponer en heptasílabos y endecasílabos. Como nota Canfield, si bien hay versos extremadamente breves de tres o cuatro sílabas, son divisiones tipográficas de metros mayores. Es importante recordar que los anteriores son metros típicos de la poesía elegíaca y también del tango. Otra propiedad rítmica que Canfield destaca en la poesía de Idea Vilariño es el uso de pies como el yámbico, el anapéstico y el dactílico con una precisión casi cronométrica, tipos de periodos rítmicos que son imprescindibles para determinar el tempo del poema, el cual generalmente da la impresión de ser un verso turbado por la regularidad de dicho ritmo. Por ejemplo, en el poema “El muñón”, los troqueos contribuyen a generar una lectura atravesada por la inquietud, reforzando la idea de mutilación emocional presente en el poema:

 

En lo hondo

Olvidado

Late intacto

El muñón

Doliendo sordamente.

 

El ritmo entrecortado, abrupto, refuerza la idea de obsesión amorosa presente en el poema, la idea de algo que le fue sustraído a la voz lírica, de que un miembro imaginario le fue mutilado.

En efecto, no sólo las extraordinarias propiedades métricas y la falta de puntuación son los responsables de que la poesía de Vilariño cause la sensación de estar atestiguando un monólogo violento y entrecortado. La temática de su poesía es violenta porque es la historia de un choque entre las expectativas y la realidad, entre el amor como lo vive una mujer y el amor vivido por el sexo opuesto. Como subraya Elena Medel, “La escritura de Idea Vilariño se subraya política –toda escritura lo es– en la reivindicación del sujeto femenino. No disipa la marca de género, sino que la potencia: el choque entre el mundo del hombre y el mundo de la mujer, entre sus experiencias y circunstancias, entre las propias palabras con las que se comunican o se malentienden.”

En efecto, la poesía de Idea Vilariño crea un efecto de choque que es visible en el mismo lenguaje, pero también en el tema de género presente a lo largo de su libro “En lo más implacable de la noche”. Me gustaría mostrar, a través del análisis de algunos de los poemas en este libro de lo que podríamos llamar la típica experiencia femenina del amor romántico es vivida como una ruptura de la identidad, como una pérdida. De ahí el carácter obsesivo que cobra la voz poética en los poemas de este libro, pues al vivir el amor como una obsesión, la voz lírica está delatando su condición de subalternidad, pues está totalmente sujeta a su obsesión, a su objeto amoroso, como podemos ver en Carta III:

 

Querido

no te olvides

de que te espero siempre

cada noche te espero

estoy aquí

no duermo

no hago nada sino eso

te espero

te espero.

 

Germaine Greer, la autora del libro “The female eunuch”, explica de una manera sumamente lúcida el funcionamiento de la obsesión amorosa presente en la mayor parte de los poemas de Vilariño en Lo más implacable de la noche:
El insomnio y la obsesión están aquí entrelazados como cómplices de un mismo mal. La voz lírica cobra aquí un tono tan lastimero que se vuelve dolorosa para el lector. La reiteración final del “te espero” denota la repetición terca del pensamiento obsesivo. La ausencia del destinatario se redobla al exhibirse la desgarrada desolación de la voz, su impotencia sin remedio que alcanza a decir una patética nota final: querido.

If we are to escape from the treadmill of sexual fantasy, voracious need of love and obsessiveness in all its forms, we will have to reinstate libido in its rightful function […] In pushing the masochistic role as the proper role for woman, psychology reinforces the infantilization which has gone ever since she was born.

 

Como bien nota Greer, es la ideología de los roles de género la que propicia la vivencia del amor romántico desde el polo femenino como una obsesión voraz que proviene de una fantasía no satisfecha, la fantasía del amor romántico que creó el mito de la tierra prometida del amor. Pero este es un desajuste en la economía libidinal femenina. Nadie tendría por qué gastar tanta energía en rumiar si la quieren o no la quieren, si regresan o se van para siempre. Y este desajuste es propiciado por cómo la sociedad construye el rol femenino, el cual se tiene que volver masoquista pues le toca esperar, aguantarse, callarse el dolor, la indignación, el coraje. Todos estos silencios están presentes en la poesía de Vilariño. La infantilización de la que habla Greer es muy visible en el siguiente poema, Carta I, en donde el trastabilleo desesperado de la voz poética confiesa su carácter de invalidez, de dependencia:

 

Como ando por la casa

diciéndote querido

con fervorosa voz

con desesperación

de que pobre palabra

no alcance a acariciarte

a dar por ti la vida

querido

a convocarte

A hacer algo por esto

Por este amor inválido.

 

Nuevamente, la anáfora “querido” imita el carácter desestabilizante y periódico de la obsesión. La parquedad en las descripciones descubre el proceso mental de la voz poética, dejándola cuidadosamente desvestida, expuesta al escrutinio de los lectores. Pero esta conciencia sola no es la del stream of consciousness de Virgina Woolf, es una conciencia herida por una pérdida, que busca frenéticamente a la persona que echa de menos. El poema continúa, en un crescendo de desesperación y esperanza:

 

Y cierro las ventanas diciéndote

querido

querido y no me importa

que estés en otra cosa

y que ya ni te acuerdes.

Yo me estoy detenida

en tu mirar aquel

en tu mirada aquella

en nuestro amor mirándonos

y voy enajenada por la casa

apagando las luces

guardando los vestidos

pensando en ti

mirándote

sin dejarte caer

anhelándote

amándote

diciéndote querido.

 

Desde el inicio del poema, la voz lírica está dispuesta a sacrificarse por su cruel objeto del deseo, a dar la vida por un querido ausente e indiferente (no me importa que estés en otra cosa/ que ya no te acuerdes). Esta dependencia emocional de la voz lírica se ve reforzada sobre todo por las imágenes domésticas “como ando por la casa … y cierro las ventanas…y guardo los vestidos”. Ella está encerrada en la prisión doméstica de sus propios pensamientos, en un pasado glorioso de amor que amenaza con no retornar (yo me estoy detenida en tu mirar aquél), que la aliena de sus alrededores y de sí misma (y me voy enajenada por la casa/apagando las luces). Ella está hablando desde lo más íntimo de su interioridad, que es también la casa, que es también su cuerpo. Apagar las luces es también clausurar su erotismo, clausurar su libertad.

La confesión “no me importa/que estés en otra cosa/que ya no te acuerdes” indica su anuencia, su reconocimiento de su propio estatuto de subordinada, pues abraza esta dependencia al decir que no lo importa no ser reciprocada. Esta es la simbiosis enfermiza reforzada por la sociedad que critica Germaine en su libro cuando cita a Helene Deutsch cuando habla de la unión simbiótica del sujeto femenino:

 

The passive form of the symbiotic union is that of submission or of masochism. The masochistic person escapes from the unbearable feeling of isolation and separateness by making himself part and parcel of another person who directs him, protects him […] He is not independent, he has no integrity.[1]

Esta constituye precisamente la descripción que elabora Vilariño con tanta precisión en el poema anterior. El tipo de experiencia amorosa que describe es unilateral e incorrespondida, la voz poética vive en el pasado, a la espera de un futuro en donde sea al fin correspondida. Además, el contrapunto logrado entre la representación de la psique femenina en la voz poética en conjunción con sus fútiles labores domésticas hacen cada vez más violenta la fijación en el recuerdo del momento en el que tenía la atención del objeto amado. Apagando las luces, guardando los vestidos son acciones de clausura al igual que el cerrar de las ventanas, acciones que cancelan sus posibilidades vitales a la manera en que lo entiende Greer, haciéndose parte de un todo más grande que es la pareja, en cuya identidad acaba siendo absorbida, sin mirar por su propia integridad.

Para Germaine Greer, la castración que efectúa la sociedad sobre el género femenino no es sólo sexual sino psicológico. Es así que la representación de la experiencia amorosa femenina en el libro “En lo más implacable de la noche” es la representación de una simbiosis atrofiante, de una mutilación de la identidad femenina (el muñón doliendo sordamente), y resulta imposible ignorar dimensión política de dicha representación afectiva. Representar temas que son categorizados tradicionalmente como femeninos tales como la obsesión, el sentimiento de pérdida, el aislamiento, la separación, la espera, la esperanza, el duelo, entraña un profundo conocimiento y una honda sensibilidad de dichas experiencias en relación a cómo se viven desde las expectativas de género. Otro ejemplo magistral de esta renuncia es el poema “Aquí”:

 

Estoy aquí

En el mundo

En un lugar del mundo

Esperando

Esperando

Ven

O no vengas

Yo

Me estoy aquí

Esperando.

 

El único momento en que la voz poética se afirma aquí es para vincularse con el objeto de su deseo aún a pesar de la indiferencia del mismo. Esto es lo que Greer identifica como masoquismo, esta voluntad de dañarse en nombre del otro, pues la espera, este tipo de macabra espera psicológica es una especie de aniquilamiento del yo, que se encuentra desplazado fuera de su centro (estoy aquí/en algún lugar del mundo), en una especie de limbo, orientado hacia un objeto ajeno que no lo representa ni está vinculado a él de la misma manera. Está vinculado hacia ella sí, pero en la manera en que un amo está vinculado a un esclavo. Esta diálectica enfermiza de la simbiosis masoquista, sin embargo, no es la única que propone Vilariño.

En lo más implacable de la noche es una galería de distintos instantes psicológicos en esta conciencia arquetípica femenina. En oposición a esta figura frágil, dependiente, obsesiva, desesperada y rota presentada en los anteriores poemas, surge una mujer distinta en el mismo libro, que es quizá la alternativa a esta vida masoquista y estática, otro tipo de mujer que constituye un modelo de feminidad mucho menos apegado y dependiente, que despliega sus alas futuristas en el poema “Después”:

 

Es otra

acaso es otra

la que va recobrando

su pelo su vestido su manera

la que ahora retoma

su vertical

su peso,

y después de sesiones lujuriosas y tiernas

se sale por la tierra entera y pura

y no busca saber

no necesita

y no quiere saber

nada de nadie.

 

Poco importa que Vilariño haya sido o no haya sido este tipo de mujer, si en su vida ella haya fracasado o triunfado en el gran mito occidental del amor. Su propuesta poética, que retrata con lucidez la condición femenina a mediados del siglo XX sigue vigente hoy en día. Ella es la gran poeta hispanoamericana del duelo femenino, la que canta a la ruptura que lleva consigo el sujeto femenino, cuya subalternidad está continuamente siendo reelaborada y transformada. Acaso un día el sujeto femenino pueda construirse prescindiendo de la simbiosis y el masoquismo. Acaso un día la mujer no esté castrada por la sociedad, y sean otras penas las que ocupen al género femenino, unas que no estén ligadas a su condición de subalternidad en un mundo que la fuerza a fragmentar su identidad y a alienarse de su propia sexualidad y emocionalidad. En cualquier caso, la voz implacable de Idea Vilariño, esta Malena del tango uruguayo, sigue cantando el tango con voz de sombra, que tiene pena de bandoneón.

 

 

 

 

[1] La forma pasiva de la unión simbiótica es aquella de la sumisión o del masoquismo. La persona masoquista se escapa de la sensación insoportable de aislamiento y separación haciéndose parte y parcela de otra persona que lo dirige y lo protege […] No es independiente, no tiene integridad alguna. (La traducción es mía).

 

 

 

 

El lector puede leer una selección de poesía de Idea Vilariño realizada por Violeta Orozco.

 

 

 

Idea Vilariño (Montevideo, Uruguay, 1920-2009). Selección de Violeta Orozco

Violeta Orozco (Ciudad de México, 1989). Poeta bilingüe, traductora y ensayista. Egresada de Filosofía y Letras inglesas por la UNAM, Maestra en Lengua y Literatura Hispánicas por Ohio University. Ganadora del Premio Nacional Universitario de Poesía José Emilio Pacheco 2014. Actualmente realiza el doctorado en Letras Hispánicas en Rutgers University en New Jersey, donde investiga poesía y performance feministas de chicanas y mexicanas, da clases y traduce poetas norteamericanas. Es autora del libro de poesía "El cuarto de la luna" (2020) publicado por editorial Literal. Ha publicado en revistas como Punto de Partida, Carruaje de Pájaros, La Palabra y el Hombre y en varias antologías de poesía de EU. Junto con la reconocida periodista peruana Claudia Cisneros, ha organizado múltiples lecturas de poesía multilingüe, feminista y activista en donde ha reunido a poetas de latitudes tan diversas como Estados Unidos, República Dominicana, Puerto Rico, Costa Rica, Arabia Saudita, Perú y Argentina en el colectivo "Speak up women" que fundó junto con ella. Actualmente está traduciendo el libro "Les reflets du verbe" del poeta algeriano Hamid Larbi.

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