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Reseña: La marcha de los 150.000.000, de Enrique Falcón. Por Mónica Fernández Casado

 

 

 

 

 

Título: La marcha de los 150.000.000

Nº de páginas: 245

Editorial: DELIRIO

Idioma: CASTELLANO

Encuadernación: Tapa blanda

ISBN: 9788415739197

Año de edición: 2017

Plaza de edición: ES

Fecha de lanzamiento: 03/03/2017

Alto: 21 cm

Ancho: 14 cm

Grueso: 1.6 cm

Peso: 387 gr

 

 

 

 

La marcha de los 150.000.000

Por Mónica Fernández Casado

 

 

I

 

Antes de abordar el comentario del libro, me gustaría explicar brevemente porqué—además de por su contemporaneidad—he elegido este poema tan necesario.

Como dice Jorge Riechmann en uno de los magníficos prólogos, se sabía que un libro como éste podía escribirse, pero había que demostrarlo. «Un libro entre la alucinación y el llanto, entre el salmo y la insurrección; un libro a horcajadas entre la compasión y la ira, un altar de resistencia y esperanza; un libro que se atreve a intentar acoger toda la miseria del mundo, un grito profético sin una gota de demagogia; un libro quizá excesivo, si la España de BMW y Tele5 resulta ser a la postre el país que prevalezca (pero hay que creer que no, esperar que no). Enrique Falcón ha escrito este libro».

Es un libro que nos habla de lo que no queremos ver, ni escuchar, y alguien, como Enrique Falcón, tenía que hacerlo: hablar de esa otra verdad que, aunque la ignoremos y nos resulte insoportable, existe. Me parece un libro imprescindible para dar nombre a los marginados, a los desheredados y porque, como apostilla Eduardo Millán en su prólogo, escribirlo «es un acto de justicia». Y también como dice Chantal Maillard: «El hambre, sin dudas, se conjuga de muchas maneras. No parece que quepa, hoy en día, otra poesía más que la que diga el hambre».

Este libro es un canto, un grito, una marcha que no se detiene. Un libro al que, sin duda, hay que hacer un sitio entre nosotros. Un poema infinito.

 

“Avanza con nosotros la memoria de los lagos

enormemente densos y calientes,

la mala cuchillada en las salinas, la lanza, la pintura, la estrofa negra

de los últimos aullidos.

Puño de Bolivia, terradal tremendo:

avanza con nosotros

Litoral recortado de Birmania en punta de clavícula:

avanza con nosotros

Roca de las despedidas, Hatu-mata

avanza con nosotros (…).

“(…) Cenáculo de las rabias, y rabia-roquedal, sedientos de Uele,

des-

peñados de Toubkal,

antracita y lianas de Adén, hijos

y varones de la rabia:

                                       avanzad

 tristísimos, conmigo, sucios de arrozales, con nosotros.”

 

 

II

 

En este libro hay una ausencia de voz poética que pueda identificarse con un yo real ya que el poemario, en sí, no parece tener autor, entendido como alguien uncido de identidad. Quien habla en el libro no es un yo que pueda identificarse con el autor del poemario (un yo empírico), sino una voz que pone voz a aquellos que no la tienen, es un yo que se identifica con un “todos”, una voz que va saltando de uno a todos. Una voz que es la voz de los que no tienen voz. Es un claro ejemplo de que en el poema no es solamente el autor, sino que detrás del poema hay distintas voces participando del mismo. Por otro lado, es un yo que interpela a un tú, se dirige a un tú o a un nosotros:

 

“Tengo el recuerdo de haber dormido contigo

y dormido a cuclillas mis manos sobre el cáliz

profundo de tus dedos devorándote el día. Contigo,

hermano negro, hermano niño, hermano polvo, contigo y

acallando las sílabas de luna del perdón, la rabia, la aceituna, el olor de la piedra.”

 

A vosotros que me he unido desde antes de nacer

 –frío es el mundo–: nada mío os intimide.”

 

Al tratarse de una poesía híbrida la enunciación no es homogénea. Existe un yo modal u orquestal que va organizando las distintas voces que hablan en este largo poema, que es una multiplicidad de voces, ya que se trata de una “especie” de libro- río, que puede llegar a ser infinito.

En esta colectivización de la voz poética destaca la confluencia de diferentes discursos y de “infracciones lingüísticas”, que imitan el habla de los personajes del poema en vocablos como, por ejemplo «cuálo»:

 

“Dime ahora quién te nombra

porque yo he de meterme en sus muslos—

dime quién, qué o cuálo,

que voy a incendiarle las venas”.

 

Este libro, además de por la polifonía de las voces, destaca por su intertextualidad. Cada página se parte en dos y, aunque no se traten de zonas simétricas, vemos la importancia que tienen los textos al margen —que no al pie de página—, que actúan a modo de espejo con el texto central. Se trata de un libro con dos partes que dialogan la una con la otra, existe una comunicación constante del texto central con sus márgenes. En los márgenes encontramos fragmentos poéticos, datos biográficos, pasajes bíblicos, referencias históricas o «citas usurpadas» que, como señala el propio autor en el poema I, «aclaran o especifican el significado o la referencia de algunas expresiones, pero en ningún caso interpretan el texto. Ofrecen, por tanto, lo que en él hay de mínima referencialidad y se muestran radicalmente indiferentes ante lo que en él hay de máxima estremencia semiológica. Sin embargo, algunas de ellas —las menos— sirven de asideros para exclusivamente forzar el sentido de localizadas secciones del poema. En su totalidad (por último), las notas presuponen una invasión, de múltiples presencias y —con distinta intensidad— arrasan con el texto».

 

 

La marcha de los 150.000.000, a pesar de su identificación como poemario, se puede decir que es un libro inclasificable ya que atraviesa lo impersonal. Y de ahí su tono polifónico, la intertextualidad con citas y referencias que la mayoría de los humanos prefieren desoír, por la perturbación que produce la lectura de las mismas.

Es un libro audaz, que va enlazando registros diferentes y no homogéneos como los datos históricos, políticos, referencias poéticas, etc., para dar lugar a este poema río, que avanza hacia lo infinito. En este sentido, podríamos decir que se trata de un poema épico, aunque lo épico actúe en el margen. La marcha de los 150.000.000 es un poema en marcha y, aunque no exalte en sí mismo el movimiento, sirve para cantar y situar la condición de parte de la humanidad actual.

Podemos decir también que hay una desaparición de los límites formales, muy propia de la poesía contemporánea. El libro se divide en una serie de poemas o cantos, no con un orden cronológico o causal, sino colocados (o yuxtapuestos) por el propio discurso del libro. Se van sucediendo, como fragmentos de una realidad en la que no hay un desarrollo argumental como tal, sino una atemporalidad —la del sufrimiento humano—, que atraviesa el libro como una especie de protesta infinita. Hay una serie de diálogos que se van asociando y una mezcla de estilo versal y estilo prosaico, también muy propio de los poemas más contemporáneos.

 

“Me miró en los ojos,

sólo ellos, en los ojos, el lamento de los ojos.

       (...Agua, Dios mío, más agua...)

800.000 obuses sobre Sarajevo

 y no puedo ayudar a este niño con plomo en

la cabeza…”

 

Por amor de Santuario lamento ha de cubrirte;

      sobre sus murallas no descansará la luz de las estrellas:

a otros ha de alcanzar su dedo, a otros su poema de luz

y su asco de pesebre,

su risa preparada hace 100.000 años

y 2.000 más, años de años.

                  —Belem, Andrómeda, Limbúe-Kutu—

Que la Marcha

Arranque”.

 

No parece buscar este libro una belleza formal, sino una especie de belleza “ideal”, aunque de su lectura resulte una perturbación que limita lo lírico. Pero el fin que persigue no parece ser la búsqueda de la belleza como tal, aunque la haya en su discurso, porque es un libro con un trasfondo de verdad. Y la verdad contiene belleza.

Como dice Paul Valery «un poema no se termina sino que se abandona». Este poema le llevó a su autor quince años de trabajo y es un libro, un proyecto, que puede no tener fin, con una escritura infinita, como lo son las injusticias y las miserias humanas.

Como lectores, no podemos obviar el discurso político y humano que trasciende el libro. No podemos situarnos ante él si no somos capaces de leerlo con toda su información al margen y eso lo convierte, dentro del panorama actual, en un libro distinto, singular. Un libro que cuestiona el mundo y a nosotros mismos.

 

Ya han venido los niños,

los 150.000.000 con sus cabelleras de risa mientras todo quede—

ascos de vientre en las matanzas públicas, yo os perduro

pinzas de bïela, ruedas sin límites ni diente

alegraos de la batida, de las fugas en la

constelación del odio, yo os:           perduro,

niños del incendio y del desastre de la boca

(un pozo de esternones): me domina el agua, la estación de las

                                                                                                    [esporas

y soy llanto vuestro, liquen, mentira sin abrigo

recortando el paso a las palabras(…)

 

 

III

 

Fuentes consultadas:

 

Notas sobre un proyecto crítico: la poesía de Enrique Falcón, escrito por Arturo Borra y Laura Gordini en la revista Youkali (http://www.youkali.net/Youkali7-7c4-cientocincuentamillones.pdf).

Prólogos de Jorge Riechmann Jorge Riechmann, Antonio Orihuela, Eduardo Milán, Eduardo Moga y Miguel Casado  contenidos en La marcha de los 150.000.000 de Enrique Falcón (Ed. Eclipsados. Zaragoza, 2009).

 

 

 

 

 

Mónica Fernández Casado (Madrid, 1970) es Licenciada en Derecho por la Universidad Carlos III, y Experto en RRHH por la UNED. Actualmente trabaja en la Administración de Justicia. Como escritora se ha formado en la Escuela de Escritores en los talleres de Escritura Creativa y Relato Avanzado y Tutorial con el escritor Ángel Zapata. Posteriormente, en los talleres de Poesía Inicial y Poesía Avanzado con el poeta Luis Luna. Actualmente cursa el II Máster de Poesía en Escuela de Escritores (curso 2022).

Algunos de sus poemas y relatos están recogidos en los libros colectivos “La mancha mínima” (2016) y “Letra impresa” (2021). Ha publicado los libros en prosa poética “Lo traslúcido” (Ediciones Torremozas, 2019) y “La apatía de los dioses” (Ediciones Torremozas, 2020). Es autora del poemario inédito “Secuencia para una fuga” (2021), escrito bajo la dirección docente del poeta Luis Luna.

 

 

 

 

Enrique Falcón nace en febrero de 1968 en Valencia y desde 1993 reside en el Barrio del Cristo. Es profesor de Formación Profesional y licenciado en literatura española por la Universitat de València. Miembro de la Comunidad de Vida Cristiana Ignacio Ellacuría y del Voluntariado de Marginación Claver de Valencia. Insumiso al ejército y a la PSS y objetor fiscal a los gastos militares. Autor de una ya extensa obra ha publicado textos y poemas en diversas revistas de creación y en publicaciones de determinados colectivos sociales, sindicales y políticos, así como escrito diversos trabajos de teoría literaria. Ganador del Premio Nacional «Antonio Machado» de Poesía (Sevilla, 1992), Accésit nacional del «Gerardo Diego» de Poesía (Madrid, 1992), en 1999 recae en La marcha de 150.000.000 el premio «Ojo Crítico» de poesía.