Juana de Asbaje. Contribución al Centenario de la Independencia de México, de Amado Nervo. Reseña de Blanca Estela Treviño García
Nervo, Amado. Juana de Asbaje. Contribución al Centenario de la Independencia de México.
Introd. y ed. de Antonio . Alatorre. México: CNCA, 1994.
BLANCA ESTELA TREVIÑO GARCÍA
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM
A 110 años de distancia de su primera edición en España, la reciente publicación de Juana de Asbaje de Amado Nervo es un digno homenaje en este año en que se conmemora el tercer centenario de la muerte de Sor Juana.
A los amorosos empeños de Antonio Alatorre por la obra de la monja novohispana, debemos la introducción y edición de este libro escrito en 1910 por el poeta modernista. Con la escritura de esta obra. Amado Nervo inici6 en este siglo la vindicaci6n secular de Juana Inés de la Cruz, tornándose así en un pionero del "sorjuanismo".
En su ejemplar introducción, Antonio Alatorre emprende con entusiasmo la crítica y valoración de esta Juana de Asbaje que es, a decir de Alfonso Méndez Plancarte, "no por fina y alada menos maciza". Con la erudición que 10 distingue, Alatorre visita de nueva cuenta la crítica de los siglos XVIII y XIX. Y da conocer los juicios de ilustres personalidades con relación a Sor Juana. En este puntual recorrido se escuchan las voces de escritores, bibliógrafos e historiadores para denostar, alabar con tibieza o mostrar su desconocimiento sobre la obra, o incluso el origen, de la monja mexicana. Hoy, gracias a los trabajos de numerosos sorjuanistas, los argumentos del menosprecio literario hacia la ilustre escritora, reunidos en estas páginas introductorias, resultan inadmisibles.
Sin embargo, el olvido de Sor Juana durante todo el siglo pasado —nos dice Alatorre— fue culpa no sólo de México, sino de todo el mundo hispanohablante. Los neoclásicos españoles, con el insigne Feijoo a la cabeza, no le perdonaron su filiación con la poesía culterana de Luis de Góngora. Durante más de un siglo, a Sor Juana se le confinó al desván de los olvidos, de esta manera se dej6 constancia del cambio de sensibilidad y de los ideales estéticos de una nueva época. Es por eso que a la luz de los acontecimientos evocados enjundiosamente por Alatorre, el libro de Amado Nervo se revela con auténtico mérito en la historia del "sorjuanismo".
Amado Nervo inicia su Juana de Asbaje con una galante dedicatoria -"a las mujeres todas de mi país y de mi raza"- y con unas palabras, a manera de introducción, al lector mexicano. Los motivos de la escritura de esta biografía quedan enunciados ahí con elocuencia, pero destacan sobre todo, el amor y la admiración del poeta por la grandeza literaria de Sor Juana Inés de la Cruz.
La lectura de la obras de Sor Juana es el camino que el poeta Amado Nervo elige —como el más preciado de los caminos— para emprender la reconstrucción de la vida de la monja jerónima. Es en la elección de este acto -lo decimos con Alatorre- donde se finca el cimiento imprescindible de toda crítica literaria seria.
Consta Juana de Asbaje de dos partes: la biografía dispuesta en catorce capítulos y una sección de apéndices donde Nervo incluyó, entre otras cosas, una selección de algunos poemas de la religiosa y una edición auténticamente filológica de la Vida de Sor Juana por el padre Calleja, que el poeta realizó del manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid. Para dar a conocer la vida de Juana Inés, Nervo opta por la elección de algunos momentos decisivos en la existencia de la novohispana. La infancia de la monja, su vida en el claustro, la amistad con los marqueses de Mancera, su relación con la condesa de Paredes y hasta una conversación imaginaria entre Sor Juana y el poeta, son sucesos de los que participa el lector. Todo esto es posible gracias a la imaginación y a los recursos de diversa índole a los que acude el escritor. A veces un documento histórico, alusiones a la época virreinal, en ocasiones alguna observación pertinente, una nota de pie de página o una serie de digresiones. No obstante, Nervo siempre recurre a la voz y a la obra de Sor Juana para no interponerse entre ella y nosotros.
En los diversos pasajes de este libro tenemos la oportunidad de conocer, también, algunas experiencias y reflexiones del poeta sobre su vida y su trabajo literario. Se disfrutan de igual manera tanto los recuerdos de juventud del escritor pasando por Nepantla, como su anécdota en París al lado del gran Darío. A menudo, Nervo evoca el pasado y lo hace dialogar con el presente, nos permite apreciar su vasta cultura, su conciencia de modernidad y como bien ha observado Alatorre, su amor a las cosas de México.
Tal vez el capítulo más encomiable de esta Juana de Asbaje sea el intitulado "¿Podemos llamar genial a Sor Juana?". En estas seis páginas dedicadas a tan importante asunto; Nervo procede con atinada prudencia, A esta pregunta responde con inteligencia diciendo que "las opiniones, como en todo, son varias". Vuelve a citar a Menéndez Pelayo, a Feijoo ya Pimentel, y a pesar de la reticencia de estos sabios por la obra poética de la jerónima y con base en una cita de Manuel Sánchez Mármol, Amado Nervo emprende la defensa poética de Sor Juana y de su gran modelo Luis de Góngora. Entonces, Nervo exhibe con gallardía su talento crítico, su intuición de poeta. Los juicios en defensa de Sor Juana constituyen, además, la vindicación de una estética -la de Góngora- de la cual participaban el propio Nervo y Darío gracias a la lectura de Verlaine. El poeta francés -recuerda Nervo- "gustaba de citar un verso de Góngora a modo de lema, pensando que existía entre él y el poeta cordobés cierta afinidad literaria".
Cuando Nervo incorpora las citas de Fitzmaurice-Kelly, estudioso del poeta español, se interroga: " ¿Qué Sor Juana se dejó influir por un hombre de este calibre mental? Pues hizo bien Dios de Dios!". En esta defensa, uno extraña el juicio de Nervo sobre el Primero sueño. Sin embargo, ante la magnitud de una obra tan compleja, el poeta prefirió la honestidad crítica y acudió a los comentarios del padre Calleja y de Juan Navarro Vélez, contemporáneos de la religiosa. Tal vez la respuesta a este silencio la encuentre el lector en el hermoso capítulo titulado: "La difícil facilidad de Argensola".
Ya para terminar esta intensa aventura que es la vida de Sor Juana, Amado Nervo discurre con rigor y sensibilidad sobre "algunos dolorosos episodios" de aquella existencia. Los impedimentos de la jerarquía eclesiástica para que se retirara del estudio, la disputa intelectual con el padre Vieyra, la Respuesta a sor Filotea de la Cruz -a la que el poeta sucumbe con merecidos elogios en uno de los episodios más admirables de esta obra- y finalmente la muerte de Sor Juana, configuran los últimos capítulos de esta espléndida biografía.
Nervo se dedica además a comentar la afición de Sor Juana por las ciencias, alaba su humorismo del que deja huella en los epigramas, las loas y las comedias; 10 deslumbra el interés de la monja por la música y comenta: "Quizá la música terrestre la llevó a aprender la divina música de las esferas ... " Se detiene el poeta en el teatro de Sor Juana, y a pesar de los juicios adversos de la crítica -de los cuales se mofa con sutil ingenio-- acude a pasajes de obras como El Divino Narciso, Amor es más laberinto y Los empeños de una casa, para ilustrar su valor literario.
Al concluir la lectura de Juana de Asbaje se tiene la certeza, en palabras de José Bianco, de que Amado Nervo conoció a Sor Juana, y de que alcanzó vicariamente su amistad.
Blanca Estela Treviño García. Estudió el doctorado en Literatura Mexicana en la Universidad Nacional Autónoma de México. Cursó estudios de especialización en Literatura Española en el Instituto de Cooperación Iberoamericana de Madrid. Sus áreas de interés son la literatura mexicana y española de los siglos XIX y XX y la escritura autobiográfica. Ha publicado los libros colectivos: La misión del escritor, Historiografía de la Literatura Mexicana, La República de las Letras, publicados por la UNAM; La literatura del otro fin de siglo y Narrativa mexicana del siglo XIX, publicados por el COLMEX. Entre sus publicaciones individuales destacan Manuel Payno, 2003; Kinetoscopio, las crónicas de Ángel de Campo en El Universal (1896), 2004; Justo Sierra: Una escritura tocada por la gracia, 2009; Catorce escritoras mexicanas frente a sus lectores, 2010; La vida en México en el siglo XIX (1812–1910) y La vida en México en el siglo XIX (1849–1900). En mayo de 2009 fue profesora invitada a la Cátedra Luis Cernuda de la Universidad de Sevilla. De 1998 a 2003 se desempeñó como Jefa de la División de Estudios Profesionales de la Facultad de Filosofía y Letras. Actualmente es coordinadora del proyecto PAPIME: Escritura autobiográfica en México en el siglo XIX y XX, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.