Biblioteca

Bajo otra luz: Rosa María Marcillas Piquer. Por José Iniesta

 

 

 

 

Bajo otra luz

Poesía española: Rosa M.ª Marcillas Piquer

 

Por José Iniesta

 

 

El silencio puede ser una casa, eso he sentido al leer el poemario Bajo otra luz de Rosa M.ª Marcillas. Y en ese silencio, centro del mundo y de la carne, puede nacer la palabra y la luz, el temblor de la vida. Estos poemas también son viaje, venturosa travesía desesperada desde el dolor hacia la serenidad, disolución de las sombras en el camino difícil y sus rigores. (Nombrar las sombras del silencio, la soledad desnuda de la carne, las heridas sobre la piel, el olvido después de tanto dolor o la indiferencia…). Con un lenguaje sencillo y unos símbolos poderosos estos versos discurren por el cauce de la vida, quieren ser vida y corazón, voz que al menos nombre lo perdido, las ausencias. La memoria se transforma así en barro esencial para nombrar lo que somos, lo que fuimos, y nuestras frágiles esperanzas. Desde las sombras, en busca de la claridad y el latido secreto de las cosas, el alma así puede desnudarse, caminar descalza por los paisajes destruidos que empiezan a germinar y que florecen.

Un poemario lleno de miradas y reflexivo, una mirada sensitiva que recuerda y se dirige adentro. Miradas y un camino. Paisajes de caminante atento a la realidad. Mujer que se reconoce en cuanto ve, que ve motivo de comprensión en todo cuanto se le muestra, que no concluye nada pero que es capaz de tener conciencia de vida. Así, la contemplación se convierte en poderoso caudal que atraviesa desiertos y selvas, certeza de su música y desconcierto de su desembocadura. (Aquella torre, donde duerme el tiempo/ y las horas de luz sobre sus piedras,/ sigue guardando el aire del olvido,/ el dolor en los surcos de la lluvia,/ la memoria del paso de sus lunas,).

Sombras y ausencias, dolor y nieblas, ausencias y olvidos, son la argamasa para la construcción de este canto, y levantan su casa con la voz. Una casa que pretende la serenidad, un rebelde conformismo de la naturaleza de las cosas. El amor y la pérdida del amor son las columnas que sostienen este edificio, y la palabra es capaz de abrir aquí ventanales, puertas que estuvieron cerradas, para que entre la luz del mundo y el viento, para que se pueda escuchar el canto de los pájaros en un pequeño jardín. (Cuando unos ojos ven en otros ojos/ la soledad del mundo, sus vacíos,/ una ventana se abre/ sobre una fría noche/ sin luna.).         

Palabra enraizada en la poesía japonesa clásica, captación del instante para trascender, búsqueda de la serenidad en un mundo interior convulso. Equilibrio de las partes y las voces, de las sombras y las luces, del dolor y los gozos para representar con justicia la belleza de la vida y sus derrumbes.

Importancia de la piel, esa frágil frontera que resiste entre el mundo y nuestra carne. La piel que acepta por igual la luz del sol y las lluvias, los golpes duros de la vida, la caricia capaz de llevarnos al lugar sagrado de la unión y el placer. Y también en la piel la grieta, la cicatriz que es recuerdo de las noches y los días, la memoria del tiempo.

Poesía escrita en soledad, nuestra madre soledad que nos acoge, que nos abraza, y nos da su pecho. Soledad como cumbre donde podemos encontrarnos con nosotros mismos, dialogar con el miedo de nuestros corazones. Soledad como paisaje donde podemos conocer nuestra voz, la verdadera, la que somos en medio del silencio del mundo. Soledad capaz de mostrarnos lo lejano en medio de una quietud que nos reconcilia y nos consuela. (A veces qué distante vemos todo,/  una extraña quietud que nos empuja/ a la conciencia en medio del paisaje.// En el frío pegado, su temblor,/ a la casada piel,/ tan sensible a su luz,/ a la espera de un nuevo despertar,/ algo que nos consuele, que nos roce.).

Bajo otra luz, es el título no casual de este libro y, sin embargo, la luz del mundo es la misma. Lo que cambia es el alma, la mirada distinta y atenta sobre las cosas. Quizás esa luz diferente venga de un corazón que escruta al corazón. También la voz, la palabra cantando el mundo hace que el mar y los árboles y los pájaros nos desvelen su verdad más profunda, su luminoso arcano. Quizás esa luz no existe y sea la luz derramada de la memoria, de los caminos donde nos perdimos, la luz alta de las noches. No sé, da igual. (Alejarse, tomar distancia, acariciar el silencio, hurgar en sus heridas en busca de la propia voz, aquella que devuelve a las horas oscuras de la carne, una luz tibia de esperanza.).

JOSÉ INIESTA (Valencia, 1962) ha publicado: Del tiempo y sus castigos (Sagunto, 1985), Cinco poemas (Sagunto, 1989), Arder en el cántico (Renacimiento, 2008, Premio de Poesía Ciudad de València Vicente Gaos), Bajo el sol de mis días (Algaida, 2010, Premio de Poesía Ciudad de Badajoz), Y tu vida de golpe (Renacimiento, 2013), Las razones del viento (Renacimiento, 2016), El eje de la luz (Renacimiento, 2017), Llegar a casa (Renacimiento, 2019), Cantar la vida (Renacimiento, 2021), La plenitud descalza (Polibea, 2021), De fuegos y jazmines (Olé Libros, 2023). Algunos de sus poemas han sido también editados en numerosas revistas como Abalorio, Palimpseste, Sibila, ESTACIÓNPOESÍA, Ítaca, Crátera, Azaharanía, Anáfora, La libélula vaga y otras. Mantiene una intensa actividad en redes sociales, donde ha visto publicado muchos de sus versos en plataformas digitales, y se ha traducido su obra al inglés, italiano, francés y portugués.