Angostura: en defensa del leer. Por Benjamín Barajas
Angostura: en defensa del leer
Benjamín Barajas
Muy buenas noches y muchas gracias por la invitación a las y los organizadores de este evento y, desde luego, a la poeta Mariana Bernárdez, autora del libro Angostura: en defensa del leer, que hoy comentamos. En principio, podemos afirmar que Angostura es un libro artístico, un objeto de arte que, a su vez, es un referente del discurso sobre los procesos del leer, escribir, ver y escuchar las palabras, como si fueran criaturas independientes, que asumieran el color, el movimiento, la voz y la altura de los pájaros.
Reconocemos el fino trabajo de edición, la elegancia de las ilustraciones, a cargo de Irma Bastida Herrera y Rocío Solís Cuevas; también sorprenden los acabados de la obra, las texturas de su papel, la hoja de guarda, el encuadernado y su caja de resguardo; vale la pena subrayar estos detalles porque la forma y el fondo de esta obra están imbricadas bajo una constelación de signos, donde el arte de leer está relacionado con el medio o el soporte material de dicha lectura, como la misma autora lo expresa en este pasaje:
“Los múltiples soportes del libro y la transformación constante de su materia, ya sea la piedra, la arcilla, el bambú, el bronce, la cerámica, el papiro, el pergamino, el papel o la pantalla electrónica, revelan la insistencia de preservar un entendimiento, una comprensión que es puntual para que el estar en el mundo sea un bien hallarse.”
Y desde luego, el problema de la materialidad de los signos tiene en la “comprensión” y el “significado” su punto de quiebre. Las palabras aprisionan los sonidos y los sonidos tienden más al canto y no a la idea; son rebeldes a los conceptos, a las abstracciones que nos permiten distanciarnos de la realidad por la vía de la razón. En los tres epígrafes que, como el oráculo de Delfos, condicionan la entrada al templo, se advierte esta cuestión, entre ellos, escuchemos a Raúl Renán: “Implicada con la soledad la línea viaja para cortar el terso cordón del pensamiento”.
Y de esta manera el acceso al acto de leer no sólo está condicionado por la escucha, sino por la rebeldía de los propios sonidos y las palabras que no solo cobran vida y actúan como personajes independientes, sino que introducen las perspectivas que desvían la mirada y parecieran convertirnos en seres de ficción, recreados por los otros, o acaso por las palabras que se convierten en nuestras progenitoras. Por eso la poeta escribe:
Leer para escuchar el siseo de lo que infatigable habrá de cumplirse, mientras el azar reina sobre la baraja…, y en ese contar, ser cantados, cantar que nos cuenta, una y otra vez, para conformar el principio de complicidad donde “ese algo” se vuelve un “alguien” que nos observa con detenimiento detrás de la combinación de vocablos y símbolos ocultos. Alguien. ¿Angostura? Vínculo de difícil evasión, ya que al sabernos mirados nos sabemos afirmados. Resonancia. Percusión. Ritmo. Vibración. Cierto temblor se adentra y termina por anidarse.
Al pensar en el título de la obra nos preguntamos por qué se habla de una “defensa del leer” y no de una “defensa de la lectura” y creemos que esta diferencia estriba en el “sentido”; la obra de la poeta Mariana Bernárdez se coloca antes de la comprensión, en la zona donde las palabras conviven en libertad y pueden asumir, si así lo desean y son seducidas por la voz del creador, una línea poética.
Por eso la otra fase del libro se caracteriza por un recuento inacabado de las voces de otros poetas, como San Juan de la Cruz, Vicente Huidobro, César Vallejo, entre algunos otros, quienes nos ofrecen su testimonio de la lucha con las palabras.
Finalmente, debemos recordar que una característica fundamental de la poesía moderna radica en la reflexión sobre el lenguaje y, como decía Octavio Paz, a todo poeta verdadero le interesa escribir sobre las herramientas de su oficio, o sea las palabras. En Marcel Proust, Borges, Reyes, Cortázar, Juan José Arreola, entre muchos otros, la reflexión sobre la lectura se convirtió en parte de su poética, quizá este sea el caso de la obra de Mariana Bernárdez, a quien felicitamos por este trabajo impresionante. Muchas gracias.
Benjamín Barajas Sánchez. Es licenciado en Humanidades (Literatura) por la UAM, maestro en Literatura Iberoamericana y doctor en Letras por la UNAM. En el ámbito del CCH, es el actual director General, y es profesor “Titular C” definitivo y ha impartido las asignaturas del Taller de Lectura, Redacción e Iniciación a la Investigación Documental I a IV y Lectura y Análisis de Textos Literarios I-II en el Área de Talleres de Lenguaje y Comunicación. Asimismo, participó en el Programa de Apoyo a la Actualización y Superación del Personal Docente del Bachillerato de la UNAM (con estancias en las universidades Autónoma de Madrid y de Cáceres, en España), y se desempeñó como asesor de profesores, en el Programa de Fortalecimiento y Renovación de la Docencia (PROFORED). Es autor del Diccionario de términos literarios y afines, de la edición crítica de la obra Qué es lo vivido. Obra poética de Dolores Castro, del libro de texto Tras la huella de la poesía y también fue editor de los libros Raíz del agua. Textos en homenaje a Dolores Castro, Lámpara sin sosiego. Textos en homenaje a Raúl Renán, Paso de la memoria, Obra poética de Javier Peñalosa y Los claros días, Obra poética de Alejandro Avilés. Asimismo, fue coautor de la antología Animales distintos. Muestra de poetas argentinos, españoles y mexicanos y preparó la edición de la poesía completa de Dolores Castro para el Fondo de Cultura Económica: Viento quebrado: poesía reunida. Igualmente ha publicado: Divagando en la voz (1987), Tadrio (1992), Empieza el aire (1996), Luz de la memoria (1998), La gracia inmóvil (2002) Mirada adversa (2002), Escafandra (2004), Poemas de agosto (2008), Microensayos (2004), Pasión encerrada (2007), La terquedad relampagueante (2009) y Ríos vigentes (2010).