Una exposición diversa y múltiple: Volver a ver. Por Víctor Manuel Banda Monroy
Una exposición diversa y múltiple: Volver a ver
Víctor Manuel Banda Monroy
Al entrevistar a los seis expositores de “Volver a ver”, una muestra de fotografía y cartonería que abrirá el próximo jueves 3 de noviembre en las instalaciones de Konesh Soluciones Integrales, en la Roma Sur, he enfrentado cierta perplejidad ante la gran diversidad de enfoques, visiones, experiencias, formaciones de Héctor Gutiérrez Chamorro, Mariana Yáñez, Miguel Guillermo, Fernando Velasco, Paola Díaz y Víctor Morel. ¿Cómo aprehenderla y hacerla legible en una nota periodística?
Aunque les sé insuficientes (perdón, Linneo), amo las clasificaciones y los catálogos. Para ubicar esta compleja multiplicidad, he pensado en utilizar signos caldeos y chinos, en el tarot, en los hexagramas del I Ching. Quizá se puedan utilizar como una forma de pensar en los contenidos de la exposición, que se extienden como un micelio hacia todos lados, en un bosque pleno de imágenes.
Así que intentaré una clasificación por signos, por supuesto que no los convencionales del zodiaco, y veré, con ayuda de la probable lectora o lector, hasta qué punto funcionan. Entenderé como signo una palabra, una tendencia, un modo que parece predominar en la obra de cada uno de los artistas convocados. Los signos resultantes son viaje, contexto, multiplicidad, libertad, espacio y autorretrato por interpósita persona, uno para cada expositor.
No omito decir que en los productos de los seis invitados encuentro esa sensación de algo que me pincha, me hiere, sensación visceral que Roland Barthes encontraba en las fotografías que valen la pena.
Bajo el signo del viaje: Mariana Yáñez
Contraria a la inmovilidad, Mariana está en movimiento constante; armada con dos ojos sensibles y su equipo fotográfico, recorre el mundo, en traslados que en ocasiones se han dado a “(…) lugares remotos como Mongolia, Bhutan, Perú, Vietnam, Cambodia”.
Mas no es un viaje convencional, sino hacia zonas profundas de la población originaria de cada país que visita. Sus recorridos omiten los lugares turísticos y grandes centros de población, ya que su interés se dirige hacia la memoria, la conservación de sucesos: “Soy fotógrafa documental y me especializo en pueblos originarios de México y del mundo. Mi trabajo desde hace varios años pretende ser un homenaje a nuestras raíces, se caracteriza por abordar formas de vida que hoy están en riesgo de desaparecer”.
Ese interés por registrar los rostros de las personas cuya cultura está en peligro, inició con las imágenes de las etnias de México, “pero he logrado llegar a otras culturas del mundo”. Su mirada se concentra mejor en otros tipos de personas, en aquellas que muchas veces nos negamos a mirar o que están lejos de nuestros lugares cotidianos, recordándonos la diversidad de la experiencia humana.
Tal como lo dice en su página (marianayanez.com), el viaje es interno y externo: “Me interné en lo más profundo de la sierra (…) el contacto fue tan revelador que hoy puedo ver el gran salto que di: me descubrí a mí misma. Ahora sé bien a qué he venido”. Ha ido a esos lugares a resguardar el tesoro de una memoria frágil, de culturas moviéndose en territorios minados por el liberalismo y el abandono. Y también, claro, a saberse.
“El retrato puede ser mi sello”, dice Mariana y está claro que lo más frecuente en su obra son los rostros que muestran rastros de historias que deben ser dichas por medio de imágenes. En estos planos casi íntimos logra penetrar en una cultura, un mundo detrás de cada mirada. El uso de la luz (“utilizo únicamente iluminación natural”) y el acercamiento al rostro humano le da un tinte distinto a su trabajo, el de lograr satisfacer una necesidad interna: “el retrato es mi manera de lograr ese vínculo entre estas comunidades y yo”.
Resalta que Mariana Yáñez no resulta un ejemplo más de las personas que toman fotos en las comunidades de los pueblos originarios, se las llevan, las utilizan, venden, y jamás regresan a dar gracias. Al contrario, como dice en su página web: “Yo no robo imágenes, en cada viaje establezco relaciones, escuchando y aprendiendo de ellos (…); después procesa esta información y devuelve de la mejor manera lo que le han dado: “Con mi trabajo publico libros y gran parte de las utilidades son destinadas a ayudar a las comunidades que más lo necesitan”.
Si bien resulta posible disfrutar de su trabajo en su página y en los libros que publica, en la exposición “Volver a ver” podremos observar de cerca una pequeña muestra de su trabajo, con el cual aspira a “mostrar imágenes verdaderas y con sentido, que nos hagan valorar nuestras raíces”.
Bajo el signo del contexto: Paola Díaz Vargas
Paola viene explorando, desde que era estudiante de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, el arte de hacer figuras y recrear espacios con cartón: “La cartonería es algo que puede ser muy extenso, puedes hacer prácticamente cualquier cosa u objeto”. No obstante, desde su visión, se ha limitado en el imaginario lo que se puede representar mediante este arte popular: “(…) se ha relacionado mucho con las cosas que tienen que ver con las calaveritas, que han sido lo más popular en la cartonería”. La obra de Paola se caracteriza por otro tipo de escenas, de representaciones. “Sí, hago calaveritas, pero a mí me gusta más trabajar con contextos. No sólo la calavera en sí, sino lo que la envuelve”. Se niega a la pieza aislada, por lo que inserta en un mundo creado por ella en otro ya existente.
Ha hecho diversas representaciones de espacios inspirados en historias, en recreaciones de escenas. Sus trabajos en colectivo y solitario van desde el circo, la Familia Burrón y Chava Flores (recreando canciones como “Cerró sus ojitos Cleto” y “El retrato de Manuela”, raíces populares de México), hasta la escena de agonía del poeta Ramón López Velarde, como parte de su trabajo en la Casa del Poeta: “A partir de que estoy aquí, he estado realizando las ofrendas de cada año, todas en homenaje a Ramón López Velarde. Ya he hecho recreación de su habitación. Hice la recreación, con todos sus personajes de una crónica de un amigo de Ramón, de sus últimos instantes”.
A Paola le interesa mucho el espacio que rodea al sitio en que insertará sus creaciones de cartonería, no quiere sólo hacer una pieza, sino saber cómo funcionará en el lugar donde expondrá o la colocará: “Para la exposición “Volver a ver”, tuve que ir a ver el espacio y pedir que me dijeran qué se puede llevar, eso me ayuda mucho. El contexto también ayuda muchísimo. En el espacio que me ofrecen para la exposición hay un vitral, ese vitral tiene una fuente”. Busca que la pieza se integre orgánicamente al espacio: “A mí me gustó mucho esa pieza y me gustaría que las que estoy realizando sean en complemento a ese vitral. Entonces, voy a llevar dos recreaciones de edificios, como tipo conventos, que tienen un poco que ver con la época colonial, que se puedan complementar con la fuente de ese vitral. Hay como una barra que une a dos pedestales. Allí quisiera hacer un caminito con una carreta, ya que también tiene que ver mucho con una época porfiriana, en que también los edificios se puedan complementar”. Es como si en su idea de contexto procediera a la inversa que Miguel Ángel, quien le quitaba a la pieza lo que le sobraba para ser la figura que deseaba tallar; en cambio, Paola actúa como si en el espacio que mira faltara algo, y ese algo, es su pieza.
Se mueve en los espacios donde insertará sus obras, los estudia y después crea lo que pondrá en ellos: “Hacer escenarios, representaciones, que no sólo sea una pieza, sino que sean todos los temas que encuentres allí. Eso ha sido lo que a mí me ha gustado realizar”.
Veo en ella un gusto por contar historias en los contextos en que se encuentra. Sin lugar a duda, esta exposición será una buena oportunidad de mirarlas, ya que no se pueden traducir con palabras, ni mostrar en fotografías la totalidad de lo que son.
Bajo el signo de la multiplicidad genérica: Héctor Gutiérrez Machorro
Son muchas las fuentes, los tipos, las ideas que dan vida a las fotografías de Héctor. Una parte importante y que se presenta en “Volver a ver” es el trabajo de representación de escenas mediante la fotografía de maquetas, una constante de su trabajo: Desde niño soy modelista obsesivo”. Mediante maquetas indaga en diversos géneros o da testimonio de ellos, algunos que le obsesionan desde la infancia: “En algunas de ellas he incluido este arte que nació en la Segunda Guerra Mundial, que trataba de pintar las narices de los aviones, que se llamaba Nose Art, y que ahora tiene otro sentido, porque para mí es otra cosa”. Una transformación de una forma de identificación de un grupo y una obsesión infantil, para convertirlos en una serie de fotos, una forma de restituir la niñez, pero trascendiendo hacia un producto en imágenes que recrean mundos originales.
Pero las maquetas que recrean un pasado específico no constituyen el único origen de las fotografías de Gutiérrez Machorro; una serie de tendencia posible parece encontrar un lugar y un sentido en ellas: “Trabajo en sesiones fotográficas con mujeres modelo y, sobre todo, tiene que ver con foto erótica. Trabajo con luz y trabajo con distintos materiales, con pintura digital, mat Paint, la inclusión de edición como foto shop y algunas otras herramientas de fotografía.
Aparece también el gusto por contar historias que le viene desde niño y que se consolidó en el taller que tomó hace años con el dramaturgo Hugo Argüelles: “Esencialmente (mis fotos) cuentan historias eróticas y de desencanto, suelen ser paisajes o tonos medios. A mi hermano le gusta decir que son distópicas; yo todavía no entiendo que es distópico, pero es cierto que tengo afición por estilos como el steampunk, el ciberpunk, y en mis fotos se encuentran imágenes inspiradas en esos estilos”.
Se trata de escenarios que van hacia un futuro no tan ideal o que retornan a un pasado en que los guerreros se distraían pintando con rostros agresivos las narices de sus aviones, antes de salir a una pelea en que lo mismo mataban que morían: Todo esto está incluido en las veinticuatro fotos que presento.
Hay un elemento importante que no se puede omitir: como director de Konesh, Héctor ha sido el anfitrión de ésta y otras muestras, y ahora ocupará un lugar entre los expositores. Por eso es que esta exposición “representa, muy humildemente, la posibilidad de acompañar en mi propia casa a fotógrafos a los cuales admiro. Me pone de cara a un público por primera vez, directamente involucrado con mi trabajo. También me impone la primera impresión seria, porque hasta ahora me he movido en el terreno digital solamente, y es un gran reto. Estoy aterrorizado. Creo que para mí supone constatar mi capacidad de comunicar mis obsesiones, mis curiosidades, mis deseos, mis anhelos, fantasías, y compartirlos con gente que conozco, que son mis colegas en Konesh.
Es un momento en que se muestra ante los otros, ante aquellos que ya no están detrás de una pantalla mirando sus fotos en internet, sino esta vez de cerca: “Y también para presentar directamente mi trabajo a personas que no conozco, y entender cómo lo perciben. La verdad es que cuando uno se toma la molestia de escribir o de hacer foto, de pintar un cuadro, sí lo hace para los demás, y sí lo hace para decirle algo a los demás. Entonces también se trata de descubrir cuál es el mensaje que he puesto en esta botella”.
Se trata de una invitación a que nos acerquemos a la playa y extraigamos lo que contiene esa botella que nos arroja el mar. Habrá que verla.
Bajo el signo de la libertad: Miguel Guillermo
Dado que en su vida se dedicó durante muchos años a otras actividades, para Miguel la fotografía ha significado algo más que una técnica o un oficio: “No he buscado en la fotografía un oficio, sino un medio de experimentación y autoconocimiento. Esta circunstancia me ha proporcionado una gran libertad”. La fotografía como un camino hacia dentro de sí mismo y la adopción de esa idea como única, constituyen características del trabajo de Miguel.
A partir de esa idea, se ha hecho preguntas en torno a la apreciación y construcción de la imagen fotográfica, la cual incluye su observación y análisis en el plano estético y llega al conocimiento de los medios, reglas y aspectos que rodean los procesos para obtener una fotografía: “Debo aclarar que existen muchas formas de aplicar el conocimiento de los procesos fotográficos, según los propósitos a que estén destinados, y en lo personal no he debido seguir sino mi propia mirada. Para seguirla no he requerido, además de lo expresado, sino la propia observación de la naturaleza —desde una piedra, un árbol, un perro o una noche estrellada— y de las cosas de los hombres, que son muchas y muy variadas”. Para Miguel, un seguimiento de la propia mirada es un principio de libertad, el camino que ha encontrado. Y cada objeto que mira se corresponde con esa intención.
A Miguel lo conforma esa mirada que caza las imágenes y simplemente las fija en su cámara: Pero quizá lo que mejor describa la atracción que ejerce el aprendizaje y desarrollo de esta forma de arte es que provoca una feliz obsesión por capturar lo que atrae a los ojos sin mediar razón alguna más que la necesidad visceral de fijar aquel instante. Las justificaciones conceptuales vendrán después. Una sensación visceral que precede todo, que lo vuelve alguien que intuye, actúa, se mueve en los lugares en busca de la imagen que le sugieran una idea por encima de lo racional.
Este conocimiento más directo de la fotografía queda manifiesto también en su formación: “He aprendido de ella siendo un autodidacta que la descubrió en libros, observando y experimentando. La he aprendido estudiando las obras propias de algunos fotógrafos de reportaje, callejeros, paisajistas, de estudio, y a menudo siguiendo el consejo de algunos de ellos. He trabajado mucho en solitario y con excepción de algunas exposiciones en galerías, no he tenido presencia en el ámbito de los profesionales”. Miguel se encuentra en ese momento en que no le debe nada a nadie, sea una persona, una idea o una escuela, lo cual lo hace moverse entre todos con una clara sensación de libertad.
Sus imágenes no corresponden a una serie específica. ¿Cuáles son los temas de sus fotos? “Hay algunas que pertenecen a un conjunto de tomas sobre la pesca en las costas de Veracruz. El motivo es fundamentalmente la luz cercana al amanecer y sus tonalidades, buscando una combinación más bien asociada a la pintura donde los tonos complementarios reflejan sobre el mar en contraste con la oscuridad circundante y las siluetas en contraluz.
Uno podría pensar que Miguel se dedica al paisaje, pero eso sería una apuesta sencilla. En realidad, se enfoca a la principal protagonista de la fotografía: la luz y la forma cómo aparece sobre las cosas en los distintos momentos del día: Otras fotografías se refieren a la vida en una comunidad de aves marinas en la luz del atardecer o las garzas de la vegetación interior del manglar. El resto plantea motivos diversos ya sea en paisajes en color o blanco y negro de las proximidades de los volcanes. En su obra explora un tiempo interno: “El instante intuye la complicidad estética con un carácter subjetivo”.
Y para no decirlo con tanto enrevesamiento: amanecer, atardecer o anochecer, son las formas de la luz que Miguel se permite plasmar con libertad.
Bajo el signo del espacio: Víctor Morel
Arquitecto de formación, desde muy joven Victor desarrolló la sensibilidad de observar, escuchar, sentir y registrar, ésta última definitiva como impulso de un fotógrafo. Sintió atracción por salir al encuentro y registro de momentos con imágenes. Así fue su educación, lo cual se acentúo con su formación como arquitecto, además de la vivencia de la observación de sitios, entornos, espacios, detalles y experiencias en los diferentes lugares donde ha habitado.
Es el trabajo con los espacios, el encuentro con ellos y su registro lo que caracteriza a Víctor Morel. Espacios lejanos a un no lugar (definidos como un sitio muerto, impersonal, sin alma), sino aquellos que atraen la atención, los que brillan y atraen la mirada. “Mi trayectoria ha sido principalmente en la creación y conservación de espacios; estos procesos se acompañan de momentos, instantes en donde percibo la naturaleza, sus entornos, sitios, lugares, tal como se manifiestan; lo registro en imágenes, principalmente en donde percibo armonía, orden, belleza, sensaciones gratas, agradables”. Con la posibilidad de reconocerlos, apreciarlos y registrarlos en imágenes, de comunicarnos con esos sitios: “Quiero compartir con imágenes experiencias que he vivido en diferentes etapas de mi vida; procuro mostrar una especie de narración visual”.
Y es ese atisbo a lugares no estandarizados mediante la narración visual de una mirada sensible, lo que puede atraernos a observar el trabajo de Víctor Morel, para quien esta exposición de seis artistas es: “Tal vez es un presagio, en el camino que me da paz y serenidad en la continua metamorfosis de mi vida”.
Bajo el signo del autorretrato con otros rostros: Fernando Velasco
Fernando se considera a sí mismo como una persona cuya suerte le ayudó a ser fotógrafo, casi como si el Universo se hubiera puesto de acuerdo para que lograra conseguir lo que deseaba: “Desde que decidí ser fotógrafo, una cosa me fue llevando a la otra. Mi primer trabajo fue de Coordinador de Foto en Editorial Televisa. Una cosa me llevó a otra: a estudiar en Nueva York, en Barcelona, a viajar por muchas partes del mundo, a tener muchos trabajos que nunca hubiera soñado. Lo que caracteriza mi formación es mucha suerte y el cariño de la gente que ha estado conmigo caminando esos pasos.
Las fotografías que presentará en “Volver a ver” constituyen, desde mi punto de vista, un trabajo sumamente personal, un acto de la libertad de quien ya ha tomado innumerables fotos y se ha entrenado para encontrar el instante que significa más para él mismo: “En la exposición van a ver una serie de fotos que son reflexiones sobre personas que me ha gustado mucho fotografiar, temas que me inquietan, sobre la muerte, sobre los alienados, pero también sobre lo que me gusta ver, sobre el mar, los viajes, personas.
Fernando se encuentra en un territorio cercano a la saudade de Pessoa, de homenajes a lo que ve, de mostrarse a través de lo que mira: “En todas estas fotos siempre hay un dejo de nostalgia o un homenaje de las cosas que nos han formado a nosotros, a mí en especial, a nuestra generación, sobre cosas que antes teníamos y que ahora no tenemos. Habla mucho este pedacito de cómo veo la vida, de distintas maneras”.
Y ahora va un rápido recuento de la trayectoria de Fernando para llegar a la conclusión de lo que presenta en esta exposición. Después de fotografiar a todas las celebridades posibles e imposibles: “Cranberries, Garbage, a Caifanes, Café Tacuba, Sin bandera, Alejandra Guzmán, Tim Burton, Cronemberg, Paul Auster, Christian Castro, infinidad de personas, de lugares; he hecho libros sobre alimentos, fotos de arquitectura”; y de publicar en todas las revistas que existieron en México en los 80 y 90 (parecen frases totalitarias, pero son ciertas: Vanidades, Mariclaire, Eres, Somos, Tú, TVnotas, México Desconocido, Rolling Stone, Switch, Complot, Picnic, son algunos de los medios en que publicó); Fernando tiene ya la maestría y el conocimiento para tomar las imágenes que revelen (verbo fotográfico por antonomasia), o más bien, que lo revelen, que nos muestren lo que tal vez no ha mostrado en otros momentos: “Es un retrato de otras personas o de otras cosas, pero sobre todo es un retrato mío. En estas fotos hay, por ejemplo, una parte en que habla de cuando voy al mar y me siento a asolearme, a ver pasar la vida, ¿qué es lo que yo veo mientras estoy allí. Y tenía muchas ganas de compartir con la gente que lo quisiera ver, que es lo que yo veo cuando me siento a ver”.
Parecería una fase en que lo vivido externamente ahora se reconcentra y se vuelve el tiempo de dar, de entregar a otros: ”Llegó el momento de redituarle a tanta gente que me ha enseñado y empezar a enseñarle de muy buena manera a gente que lo necesite. Esto es lo que llena ahora mi vida, mi vista. Sigo aprendiendo, incluso ahora que estoy, entre otras cosas, dando clases en el Reclusorio Norte y en el Reclusorio Sur, aprendo de ellos, y esta fase nueva, para mí es de mucho aprendizaje, tanto fotográfica como ahora docente.
Para Fernando esta exposición le abre una posibilidad: “Significa una oportunidad de que la gente se eche un clavado en la mente de otra persona, en mi mente. Que yo pueda mostrarles lo que he visto en un tiempo y que para mí son importantes, que son cosas muy sencillas, pero que siento que es muy importante hacer la reflexión de las cosas sencillas que tiene la existencia.
La invitación está hecha, queda en el espectador acudir a esta cita única de encuentro con un yo que está aprendiendo a saberse a sí mismo, a mirarse a través de los otros
En resumen
La diversidad tiene sus conexiones. La exposición “Volver a ver” pareciera un cruce con seis caminos que se dirigen hacia mundos e intenciones radicalmente distintos, pero es notorio que todos los senderos se entrecruzan, se conectan. Escribo aquí algunos puntos en que existen coincidencias: Para Victor, Miguel, Paola y Héctor es la primera exposición que presentan, aunque hayan trabajado en medios digitales o hayan expuesto junto con otros. Incluso, Fernando está interesado en mostrar sus fotografías casi como si fueran la primera vez.
La creación de mundos, de escenarios, une a Paola con Héctor. Conformar una escena, dotada de vida propia, que cuente algo más que la pieza en sí; acompañada de una elaboración compleja, plena de detalles.
Otra característica que funde a estos seres en apariencia diversos es que la fotografía de lo externos funciona como un proceso interno, los viajes de Mariana, la luz de Miguel, los retratos de Fernando, o los espacios vivos de Víctor, funcionan también como un viaje hacia lo interno, como una necesidad de mostrar algo propio que es irrepresentable más que por medio de una imagen en apariencia ajena. Una invitación a entrar en la mente de otra persona.
Así pues, lo diverso se encuentra, conserva su multiplicidad, pero muestra el cruce de caminos en que pueden dialogar. La diversidad funciona, trabaja en nuestro interior y nos permite ver y entender distintas maneras de enfocar y pensar.
Como dijo la maravillosa Susan Sontag: “La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma”. Así que tenemos la oportunidad de enfocarnos desde seis miradas distintas en busca de nuestra propia mirada, seis posibilidades de creación para acomodarnos a otras maneras de la vista; hay que ver en carne viva estas fotografías, si quien lee estas líneas está dispuesto a pasar un tiempo enfocando desde otro punto de vista.
Este 3 de noviembre de 2022, se abre la exposición en las instalaciones de Konesh Soluciones Integrales, ubicadas en Tuxpan 64, Colonia Roma Sur, en la Alcaldía Cuauhtémoc. A la inauguración y a la clausura se podrá entrar sin ningún requisito. Los demás días deberán hacer cita al correo cnozal@konesh.com.mx, dirigiéndose a Carmen Nozal.
Allá nos miramos.