Rap indígena contra las balas, la pobreza y el racismo. Por Melina Sánchez
Rap indígena contra las balas, la pobreza y el racismo
Melina Sánchez
“Nací en la provincia pobre,
en una provincia pobre…”
El Barrio indígena wichí Cincuenta Viviendas, en el oeste de la Provincia de Formosa, noroeste de Argentina, es conocido por ser uno de los territorios indígenas más castigados por la represión estatal y por la judicialización de sus referentes y jóvenes. Sus habitantes tienen vedado el acceso a muchos de los derechos humanos universales, como el agua potable, la educación, la lengua materna, el trabajo remunerado, la vida en paz para su niñez y ancianidad.
Diferentes investigadores y militantes indígenas han coincidido desde hace varios años en el concepto de apartheid aplicado a este lugar. En Ingeniero Juárez, denuncian los originarios, se practica la discriminación racial abiertamente, hay un discurso extendido, público y aceptado por la población no indígena, que responde a una cierta idea de supremacía de una parte de la población por sobre otra. Es llamativo a este respecto, que la población no indígena no es en su mayoría blanca, sino criolla, es decir, una mezcla de blancos con indígenas, que aun compartiendo rasgos con la “minoría” étnica local como color de piel o incluso lengua, se identifican con la cultura del grupo hegemónico, no con el oprimido. Existe en esa lógica, una relación mediada por el autoodio, la negación, pero además por la apropiación territorial y de los recursos naturales de la zona, que va de la mano del despojo material de los indígenas del pueblo wichí. Antes ha habido monte, pero hoy el monte está en gran parte arrasado, y fueron corriendo a los wichí de sus tierras, hacia los espacios menos productivos.
Pese a los sinsabores de la vida, los jóvenes siguen creando y han encontrado alternativas para salir de la calle a la que esta realidad y el discurso imperante sobre ellos, una y otra vez los impulsa, como se hace alusión en la canción que aquí compartimos. En el video escuchamos a Pitim Agüero cantando “Desahogo”. Manuel Torres, otro joven wichí, es el productor de las imágenes en este tema y otros del cantante. Ambos forman parte de una red de grupos de raperos indígenas de varios municipios de esa región en el límite entre Salta, Chaco y Formosa, donde viven los wichí. Su Facebook es Los vencedores Juárez, dice en su perfil, “somos un grupo de música cristiana y evangelista, estilo de música urbana, con un mensaje positivo”.
Las imágenes muestran al ya tristemente célebre Barrio Cincuenta Viviendas, famoso escenario de la crónica debido a la violencia policial, esta vez de otra manera. Pitim camina por su barrio y canta, entre el polvo y las ruinas, aparece su gente, sus amigos, sus familiares, pero también imágenes de los operativos policiales y de los vecinos criollos racistas, él responde con rap, en un castellano intervenido por la lengua materna, responde desde la espiritualidad que muchos de su pueblo han adoptado desde hace décadas: “el señor me hizo un soñador”, y con la realidad social que le toca enfrentar cada día, su situación material, además de los prejuicios ajenos sobre él y los suyos: “muchas veces nos tratan mal, porque vivimos en un barrio pobre, ellos nos tratan mal, la gente humilde sale a buscar el pan cada día.”
En esta poética urbana contemporánea indígena aparecen, sin embargo, muchos de los elementos de las cosmovisiones ancestrales: la espiritualidad como respuesta transformadora, la comunidad en palabras y en imágenes, la presencia de las tres generaciones: hijos, padres, abuelos. A pesar de las balas por la noche, hay niños pequeños intentando jugar de día. Cada canción es un renacimiento, cada nuevo ciclo lo es, cada nueva generación es una nueva esperanza.